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lunes, 21 de octubre de 2013

Jugando a ser dioses







Vuelo junto a ti, mi amigo
a la velocidad de la Luz,
mientras, urgimos un plan
para derrocar al Traidor.

 Tú insinúas usar el Poder de las armas
y yo, el de la Palabra.
Eres el hermano pequeño de la Rebelión
Tu canto amigo mío, es una Llamada.

Afirmas que...

Los niños no entienden de dinero
solo quieren sus regalos navideños.
La Caridad se ha convertido en fragmentos
duros y cortantes de frío Hielo.

Te aseguro que...

En algún rincón del Planeta
hay corazones llenos de Bondad.
Manos que saludan al Viajero
que huye de la Rebelión de un país en coma.

Y me respondes...

Cuando en el País de la Libertad
destierran a los gitanos,
persiguen a  quienes aman a su propio género,
ahogan las voces en la Oscuridad,
no socorren a los náufragos...
se es inmune al dolor ajeno...

Cuando miles de personas pierden sus hogares
mientras el banquero cuenta tus billetes
y la Política administra tus bienes...
Es hora, amiga mía, de entonar un cántico guerrero.

Entonces callé...

Caí en la cuenta que tras las luces
no existen subterfugios migratorios
cuando ves desafiante
un cartel de El Corte Inglés.

Jugamos a ser dioses
en un Olimpo cualquiera.
Aleaciones de metal en nuestras manos...
Hechizadas, transmiten Guerra.

Tu y yo somos uno.






viernes, 30 de agosto de 2013

Agua y Romero

Me regalaste aquella planta de romero
que con tanto amor por su esqueje sembraste
y junto a la hierbabuena coloqué el tiesto...
Una maceta de barro vieja y con olor a Esperanzas que da color y vida a mi patio ahora limpio de tristezas.


Alegre la tarde. Lluviosa la noche.
Gotas de vida que fluyen del Cielo
para fusionarse en un mismo Ser.
Agua y Romero.

Y en la madrugada...
bañó la Lluvia de verano
las flores de mi alma.

Y en la mañana...
Vi nacer un nuevo día
y me di cuenta de cuánto me amabas.

Comprendí entonces tu amor.
Siempre callado y expectante.
Comprendí tu mimo y paciencia
cuando sembrabas tallos mordidos en la tierra.

Entendí por fin esos consejos codificados
que mi mente, entonces adolescente,
no supo descifrar por sobredosis de valentía.

Valentía estúpida y suicida propia de la edad,
hermanada con la imprudencia.
Dulce locura que aún y por pocas veces acompaña
a mi desmemoriada piel
a quien el Tiempo advierte una y mil veces
que toda ella pertenece al pasado.
Que toda ella pertenece al Ayer.

 Y... ¡Lo más importante!
Aprendí la lección más dura de mi vida...
Conocer la Humildad y la Sabiduría.
Y todo ello con la esperanza
de vivir cada segundo.
Cada instante...

Cada día.


Dedicada a mi madre.